… y para el 2015 quiero…

– Yo quiero un televisor 4K…

Así inició una conversación con un entrañable amigo. Algo me volteo las tripas y el corazón cuando me dijo semejante frase pero lo insté a proseguir.

– Que te hace decir eso? – le pregunté.

Puesiesque acaban de salir, y quiero cambiar el televisor de la sala. Quiero uno de 50 pulgadas para poder cubrir la mayor parte del campo visual.

– Ah! – le dije – entonces lo que querés es una pantalla mas grande.

– No hombre. Y vos que no trabajás en tecnología? – me increpó – siempre andas 2 pasos atrás.

Y así continuó la conversación, con mi amigo escupiendome todo el razonamiento que le llevó a tomar la desición de comprar el nombrado artilugio. Llegó el punto en que quise ayudarle a entender qué era lo que realmente necesitaba a través de hacerle notar las diferencias y así tuviera mas y mejores elementos de juicio.

Me tomé el tiempo de explicarle que el contenido o programación con tecnología 4K todavía carece de variedad; que solamente un puñado de películas habian aprovechado dicha tecnologia desde su establecimiento y que todavia estamos a un par de años de obtener verdadera programación en 4K.

– Además – le dije – yo pienso que la programación 4K ya no será proveida de la manera actual, es decir por programación. Esta, a mi juicio, será en demanda y pasará a ser otro servicio mas que vas a obtener a través de tu enlace de Internet…

– Si yo se! – me interrumpió – Pienso comprar un paquete de Netfl*x para poder ver las películas a través de Internet.

– Y puedo saber quien es tu proveedor de Internet? – le pregunté – Qué tipo de servicio vas a contratar, por velocidad o por volumen?

Habiendo llegado hasta esta parte de la conversación, recordé el ejemplo de cuando queremos comprar nuestro primer carro o cuando queremos hacernos con una mascota. Todos podemos ver el gasto inicial, pero dicho pensamiento es tan miope que nunca nos proyectamos en los gastos futuros y contínuos que dicha adquisición nos traerá.

La idea de mi amigo contenía un par de gastos a futuro que ni siquiera estaba teniendo en consideración. El primero, que aunque fácil de detectar no es fácil de cuantificar, es el hecho de que el contenido, especialmente el premium, se paga por unidad. Los proveedores de contenido cobrarán el conocido pay-per-view extra por los contenidos premium.

El segundo gasto, necesita de una breve explicación la cual le expuse a continuación. Le expliqué que existen dos formas de tasar el producto de Internet. El primero es por velocidad, medido en bits por segundo (bps), y el segundo por volumen, medido en bytes (B). Normalmente la velocidad se mide en mega bits por segundo (Mbps) y el volumen en giga bytes (GB). La relación que existe entre ambos es que para poder transportar 1GB (un gigabyte) de datos sobre un enlace de 1 Mbps (un megabit por segundo) necesitamos un tiempo de 2 horas 16 minutos y 30 segundos aproximadamente.

Si comparamos nuestra afirmación anterior a una bomba de combustible en una estación de servicio, podriamos decir que el proveedor que mide velocidad esta midiendo el grueso de la manguera con la que se sirve; no le importa cuanto usted se sirva mientras no exceda una cantidad de combustible por unidad de tiempo. El segundo proveedor, que mide volumen, esta midiendo el contenido de lo que se está sirviendo; no le interesa la velocidad a la que se sirva mientras no exceda el volumen contratado. Valdría la pena echarle un ojo a una breve explicación de bits y Bytes.

Normalmente, un proveedor por volumen presentará su servicio medido en GB (GigaBytes) y se referirá a cuanto puede el cliente bajar/subir de Internet. Este volumen ofrecido debe compararse con la cantidad de video al que se piensa acceder además de la calidad de video; esto último influye enormemente sobre el volumen a transferir. Ojo con esta afirmación, cuando el cliente se pasa de la cantidad contratada, hay que comprar extra para poder continuar con el servicio durante el resto del período de cobro. A esto hay que agregarle que también es necesario conocer la velocidad que, tal como le explique posteriormente, afecta el poder acceder o no a contenido en vivo.

Citando un ejemplo, una película en full HD, 1080p, debería de estar contenida en un archivo de al menos 30 GB. La misma película en calidad estándar deberia ser de 4 GB al menos. En ambos casos, hay que dimensionar la cantidad de bytes a transferir desde el proveedor de contenido.

Por el otro lado, un proveedor por velocidad venderá un producto con un máximo de velocidad, esto influirá en la continuidad del video. Si la velocidad es muy baja, el video deberá hacer mucho buffering (bajar y mantener temporalmente antes de mostrar) y el video podría verse cortado mientras el buffer se vuelve a llenar. Asumiendo una película de 2 horas en calidad estándar, contenida en un archivo de 4 GB, debería poder verse sin cortes sobre un enlace de 5 Mbps de capacidad.

Después de haberle explicado lo anterior, con dibujos y calculadora en mano, mi amigo se expresó de la siguiente manera:

– Hmmm… veo que no está tan chiche el asunto este… hay que darle una mejor pensada. Pero de todos modos, de que la compro la compro.

Es así pues que terminó la conversación con mi querido amigo. Dejándole una forma mas ilustrada en como calcular su gasto futuro y a mi con la sensación de que habia demostrado que trabajaba en tecnología.

 

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